A principios de año saltó la noticia de que en la ciudad de Oldsmar, en Florida, se descubrió que el sistema de agua de la ciudad había sido vulnerado, y que un ciberdelincuente aumentó la cantidad de hidróxido de sodio (lejía) en el agua hasta niveles tóxicos para los habitantes de la ciudad. Los empleados de la empresa municipal se dieron cuenta de la intrusión y lo detuvieron a tiempo. Esto se debió a que la tecnología instalada no era lo suficientemente segura, la tecnología IoT era vulnerable.

Últimamente se leen noticias de ciberdelincuentes que se dedican a vulnerar los dispositivos IoT, y más a medida que se expande su uso. Además, se ha identificado los tres tipos de dispositivos IoT más peligrosos ante una vulneración.

Los vehículos conectados. Desde que un equipo de especialistas en seguridad consiguió vulnerar un todoterreno Jeep y sacarlo de la carretera, se sabe que los autos son un blanco peligroso.

Los coches actuales tienen hasta 150 ECU [unidades de control electrónico] y unos 100 millones de líneas de código de software; para 2030, esta cifra ascenderá a 300 millones, lo que los hace más complejos que un avión de pasajeros, por lo que es urgente llevarles software de ciberseguridad. Infraestructuras críticas: Los ataques DDoS pueden hacer caer sistemas de calefacción, refrigeración, iluminación y los sistemas de proyección en edificios, de manera que estos dispositivos IoT son la puerta trasera de entrada a la red de una empresa; los atacantes pueden alterar el código fuente y moverse por la red poniendo en jaque los datos sensibles.

Dispositivos médicos: Aunque parece poco probable que un atacante llegue a detener literalmente el corazón de un paciente, esto puede ser un ataque fácil para pedir un rescate monetario. Ya ha pasado y nada descarta que vuelva a suceder.

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